domingo

Conciencia por el Ambiente Recomienda

"Desechando lo desechable"

Seguro que el destino se ha confabulado para complicarme la vida.No consigo acomodar el cuerpo a los nuevos tiempos.O por decirlo mejor: no consigo acomodar el cuerpo al “use y tire” ni al “compre y compre” ni al “desechable”.


Ya sé, tendría que ir a terapia o pedirle a algún siquiatra que me medicara.Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.


No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los gurises.Los colgábamos en la cuerda junto a los chiripás; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.Y ellos… nuestros nenes… apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales).¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!Sí, ya sé… a nuestra generación siempre le costó tirar.


¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables!Y así anduvimos por las calles uruguayas guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.


¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor.Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.


¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plast de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de alpaca en el cajón de los cubiertos!Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después!La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza.Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.¡Nos están jodiendo!¡¡Yo los descubrí… lo hacen adrede!!Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.Nada se repara.


¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommier casa por casa?¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?Todo se tira, todo se deshecha y mientras tanto producimos más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 50 años!Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos, (y no estoy hablando del siglo XVII.


No existía el plástico ni el nylon.

La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan.Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.De por ahí vengo yo.Y no es que haya sido mejor.


Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo” pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”.Mi cabeza no resiste tanto.


Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre, (y vaya sí era un nombre como para cambiarlo).


Me educaron para guardar todo.¡Toooodo!Lo que servía y lo que no.Porque algún día las cosas podían volver a servir.Le dábamos crédito a todo.Sí… ya sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.Y en el afán de guardar, ( porque éramos de hacer caso ), guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas de jardinera… y no sé cómo no guardamos la primera caquita.¡¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?!¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?


En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.Y guardábamos.¡¡Cómo guardábamos!!¡¡Tooooodo lo guardábamos!!


¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!¡¿Cómo para qué?!Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares.Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.¡Tooodo guardábamos!Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.Y las cosas que nunca usaríamos.Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.Cañitos de plástico sin la tinta, cañitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraran al terminar su ciclo, los uruguayos inventábamos la recarga de los encendedores descartables.Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de paté o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.


¡Y las pilas!Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más.No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.Las cosas no eran desechables… eran guardables.¡


¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al cuadril!Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque del Banco de Seguros para hacer cuadros, y los cuentagotas de los remedios por si algún remedio no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posamates, y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de cartas se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía “éste es un 4 de bastos”.Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal.Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos.Así como hoy las nuevas generaciones deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada… ni a Walt Disney.Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron “Tómese el helado y después tire la copita”, nosotros dijimos que sí, pero… ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.Las primeras botellas de plástico -las de suero y las de Agua Jane- se transformaron en adornos de dudosa belleza.


Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.


No lo voy a hacer.Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero.No lo voy a hacer.No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.


Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo que la bruja me gane de mano … y sea yo el entregado.Y yo…no me entrego.

Marciano Durán

Muchas Gracias Jaime por acercanos esta fabulosa lección.

Aclaración: Originalmente este texto fue publicado con la autoría del escritor uruguayo Eduardo Galeano, tras haber recibido un comentario en nuestro blog, y hacer verificado la información, hemos publicado el texto original completocuyo autor es el señor Marciano Durán.

Conciencia por el Ambiente

sábado

27 de septiembre de 2007 - Exposición "La Basura hace Escuela 2007" - Por un Clima con Futuro


“A Limpiar el Mundo” es un programa ecológico comunitario que inspira y apoya a individuos y comunidades de todo el mundo para que limpien, reparen y conserven su ambiente.

En conjunción con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ( PNUMA ), “A Limpiar el Mundo”, moviliza cada año a más de 35 millones de voluntarios de más de 100 países convirtiéndola en una de las mayores campañas ecológicas del mundo de carácter comunitario.

Objetivos:

* Aunar los esfuerzos de ciudadanos de todo el mundo a través de actividades sencillas que tengan un impacto positivo en su entorno.

* Compartir con todas las naciones y culturas la información y experiencia adquirida por A Limpiar Australia y otras organizaciones ambientales.

* Concientizar a gobiernos, industrias y comunidades sobre los problemas del medio ambiente, especialmente la necesidad de reducir la cantidad de desechos, el reciclaje y el tratamiento adecuado de los residuos.

Conciencia por el Ambiente se sumó a ésta gran campaña y el 27 de septiembre
de 13:30 a 15:30 horas, realizó en la Plaza Velasco Ibarra,
( México y Saavedra), la

Exposición “La Basura hace Escuela 2007”- Por un Clima con Futuro

con los trabajos realizados por alumnos y alumnas de las instituciones educativas adheridas al Programa de Concientización Ambiental para la Separación de Residuos en Origen, y por los niños y niñas que concurrieron a los talleres de invierno "Ambientándonos", realizados en las instalaciones de la Parroquia María Madre del Redentor.

Se contó con la presencia de alumnos, alumnas, docentes y directivos de las escuelas participantes, vecinos, y el Ente Unico Regulador de los Servicios Públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quienes de la mano del Teatro de Títeres La Paloma disfrutaron de un paseo por la infancia con una hermosa función de títeres.

Tuvimos algunos inconvenientes, que fueron solucionados gracias al espíritu de colaboración de los presentes.

Agradecemos a la Parroquia María Madre del Redentor, por su desinteresa ayuda, al prestarnos los caballetes y mesas que empleamos en el evento, a Mario del Teatro de Títeres La Paloma, por auxiliarnos con el sonido, y al trabajo de todos los voluntarios, en especial Leilén y Rodrigo, quienes trabajaron arduamente para montar todo lo necesario para la exposición.

Muchas Gracias a todos los que hicieron posible éste evento.

Comisión Directiva de Conciencia por el Ambiente

Trabajo realizado por los nenes y nenas de nivel inicial, junto a sus docentes, consistente en ilustrar y determinar las acciones de la vida diaria que dañan al ambiente, ( lámina roja ), y acciones que cuidan y preservan al ambiente, ( lámina verde ).


Trabajos realizados por alumnos y alumnas de 2do. Grado, junto a sus docentes, consitente en ilustrar las acciones cotidianas que dañan y benecian al ambiente.


miércoles

Un ruido que ensordece...

Ruidos por aquí… Ruidos por allá… los ruidos se han adueñado de la vida en las ciudades. Gritos, bocinas, taladros, máquinas, alarmas, música a todo volumen, medios de locomoción…, los hay de todas las clases y en cualquier lugar.

No existe una definición exacta para el ruido, pero puede ser considerado como cualquier sonido indeseado que puede afectar de manera adversa la salud y el bienestar de individuos y de poblaciones enteras. Es por ésto que en 1972 la Organización Mundial de la Salud lo catalogó genéricamentecomo un tipo más de contaminación, y en 1979 la Conferencia de Estocolmo lo clasificó como un contaminante específico.

La contaminación acústica es aquélla causada los ruidos y vibraciones excesivas que son consecuencia directa de la actividad humana en las urbes, e inciden drásticamente en la calidad de vida de las personas, causando los más variados síntomas, entre ellos, cefaleas, trastornos en la audición, alteraciones en el sistema digestivo, fatiga y stress:

Fuente imágen: http://www.ruidos.org

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue sancionada por la Legislatura el 02 de diciembre de 2004 y promulgada por el Poder Ejecutivo porteño, la ley Nro. 1540 de "Control de la contaminación Acústica", la cual tiene como objetivo fundamental, prevenir y controlar la contaminación acústica producida en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, y será aplicada a cualquier actividad pública o privada.

Pero independientemente de esto, cada uno de nosotros debe entender que si no preservamos el ambiente en el que vivimos, nadie lo hará, y seguirá deteriorándose para las generaciones futuras. El ruido en un peligroso contaminante, por eso, tratemos de disminuir su producción por todos aquellos medios que estén a nuestro alcance.

Conciencia por el Ambiente

sábado

Basura por aquí... basura por allá...

Todos podemos colaborar para no terminar viviendo sobre la basura, o lo que es peor tapados por ella... Cómo...?...Muy fácil!... Comenzando desde nuestra casa, nuestra escuela, nuestro barrio...
1.- No arrojar basura en las calles, plazas y parques.
2.- Reparar y reutilizar los objetos en lugar de tirarlos.
3.- Evitar el uso de bolsas de plástico, preferir las de papel, o en su defecto, reutilizarlas tantas veces como sea posible.
4.- Reducir la utilización de toallas y pañuelos de papel.
5.- En la cocina reutilizar cuantas veces se pueda el papel aluminio.
6.- Al ir a hacer las compras llevar varias bolsas, evitando así que nos den bolsas hechas con plástico o sus derivados.
7.- Comprimir los envases de plástico y las latas de aluminio.
8.- No arrojar pilas agotadas a la tierra o al agua, ( cada pila contamina muchísimos metros cúbico de tierra y litros de agua ).
9.- Separar el plástico, el papel y el cartón de los residuos habituales.
Conciencia por el Ambiente - 2007

miércoles

viernes

Del 1800 al Relleno Sanitario

Hacia fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, los residuos que se generaban en la ciudad se acumulaban en zanjas y pozos que se cavaban en distintos predios sin ocupación, conformando un paisaje poco estético, maloliente e insano.

Conforme la población aumentaba, la basura esparcida por las calles resultaba ser un serio problema. Las autoridades del municipio decidieron comenzar de forma muy precaria a quitarla de las calles, recolectándola mediante el empleo de carros con los cuales la transportaban hasta los huecos de la ciudad, sectores distantes sin ordenamiento.

Hacia 1870, se asignó un terreno denominado la Quema como sitio oficial para la disposición final y quema a cielo abierto de los residuos que se generaban en la ciudad. Con tal fin y para facilitar la combustión, se disponían los residuos para ser quemados sobre parrillas de hierro.

A medida que se incrementaba el volumen de residuos a recolectar, el municipio comenzó a contratar a diversas personas para la tarea de separación de todos aquellos materiales y elementos con algún valor comercial. Una vez separado y clasificado, todo lo recuperado se vendía y el resto de los elementos se quemaba. Dada la gran cantidad de desechos que debía llevarse a la Quema diariamente, se habilitó un depósito intermedio transitorio denominado vaciadero municipal ubicado al sur de la ciudad, alejado de la zona céntrica en la que se encontraban los habitantes.

Los residuos eran trasladados en el tren de la basura, un ramal del Ferrocarril Oeste construido a mediados de 1860, desde el vaciadero de la Quema. Su recorrido comenzaba a la altura de la actual calle Agüero atravesando las actuales calles Sanchez de Bustamante, Sánchez de Loria, Oruro, Dean Funes y Zabaleta, llegando hasta la zona costera del Riachuelo, en proximidades de la avenida Amancio Alcorta y Zabaleta.

Hacia 1880, el tren transportaba unas 230 toneladas diarias de residuos, lo cual generaba la necesidad de efectuar varios viajes diarios, con una gran acumulación en el vaciadero, situación por la cual se volvían a repetir las condiciones iniciales que motivaron la puesta en marcha del sistema de traslado.

El tren de la basura continúo su actividad sólo hasta 1895, cuando el Ferrocarril Oeste estableció el cese del servicio. No obstante ello, en el período de funcionamiento del ferrocarril y transporte de los residuos, se había formado un emplazamiento sumamente precario de viviendas en las cercanías de la Quema, donde vivían personas que recorrían el basural en busca de elementos que pudieran utilizar para ellos mismos o para revender.

A las personas que desarrollaban la actividad en los basurales se las denominaba pirujas, un nombre que resultaba de la supuesta similitud con los cirujanos, por el empleo de pequeños cuchillos para la limpieza de los huesos que llegaban desde el matadero.

Hacia 1911, el sistema de la Quema dejó de funcionar debido a la desactivación del tren de la basura, como resultado de su elevado costo del servicio y por la falta de higiene que generaba esta metodología.

1.- Recolección a principios de siglo. - 2.- El clásico ciruja - 3.- Una máquina barredora-regadora-recolectora incorporada al servicio en 1936. - Fuente: http://patriciospq.com.ar/patriciospq/historias/basura.htm

El sistema de incineración fue implementado hacia fines de 1900, con el propósito de reducir los volúmenes de residuos depositados a cielo abierto. En el antiguo emplazamiento de la Quema se instaló el primer horno provisorio de Nueva Pompeya. Se trataba de incineradores ubicados en un primer momento cerca de los recorridos de recolección con el objeto de quemar basura la basura de cada localidad. Esta medida, sin embargo, no erradicó por completo los basurales a cielo abierto ni la recuperación informal alrededor de estos.

Como solución para mejorar la situación sanitaria, las autoridades de la época dispusieron la construcción de hornos para incineración en hospitales, edificios públicos e incluso en edificios de vivienda multifamiliar.

Si bien se consideraba que este novedoso método era muy eficiente, no todos los hogares contaban con incineradores propios debiendo sacar los residuos a las calles en recipientes adecuados y a horas establecidas para ser recogidos por el servicio previsto para tal fin. Las poblaciones del conurbano bonaerense no contaban con usinas incineradoras y cada municipio debía tener un basural propio para depositar los residuos generados por su población.

A mediados de la década del setenta, se comenzaron a tener en cuenta ciertas consideraciones ambientales, que demostraron la afectación provocada por el dióxido de carbono y el hollín resultantes de la incineración. La creciente cantidad de residuos producidos como consecuencia del aumento demográfico, generaba un aumento exponencial de los volúmenes de elementos contaminantes que se emitían al ambiente.

Para dar respuesta a los problemas de contaminación ambiental planteados, hacia mediados de 1977 se decidió suprimir el sistema de incineración de residuos, dando inicio a la utilización de rellenos sanitarios. El sistema en cuestión retomaba la disposición final de residuos a cielo abierto, pero con la incorporación de principios sanitarios que incluían la planificación de los sectores a rellenar, y la impermeabilización de los terrenos, con el objeto de impedir que tanto los residuos como el resultante de su descomposición produjeran algún tipo de contaminación del suelo o las napas de agua.

Para la implementación de este sistema de disposición final de residuos se celebró un convenio entre la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, en mayo de 1977, que dio origen a la creación del Cinturón Ecológico Area Metropolitana Sociedad del Estado, ( CEAMSE ), estableciendo los predios a ser utilizados, las obras a realizar y el desarrollo urbanístico futuro. En ese convenio quedaba establecido que la disposición de residuos se realizaría en territorio de la Provincia de Buenos Aires y que los gastos operativos serían solventados directamente por quienes lo utilizaran con tal fin, abonando un determinado canon por cada tonelada de residuos remitida.


Infografía - Fuente: http://www.clarin.com/diario/2006/08/29/laciudad/h-03801.htm


Texto extraído de: "Residuos Sólidos Urbanos" - Otra deuda social - Publicación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires

NO a las Papeleras sobre el Río Uruguay


Recuerdos del Futuro

Nueva Palmira, costa oeste del Uruguay, octubre del año 2015

Querido amigo:

No ha sido fácil encontrar papel para escribirte estas líneas:
aquí todos le atribuyen propiedades maléficas, lo consideran un elemento nocivo, fruto de todos los males, razón por la cual, en insólitas ceremonias públicas, suelen quemar libros, diarios y revistas; cuadernos, anotadores, envoltorios y cuanto objeto de papel encuentren.
Desde luego, el papel es apenas un símbolo de la plaga; una alegoría que, bien lo sabemos, no es de modo alguno el causante de la peste.

De las doscientas familias que todavía perduraban en el pueblo, sólo han quedado cincuenta. Las otras se han marchado hacia el centro y el Este del país; a Durazno, a Tacuarembó y a Rivera, a Cerro Largo, a Treinta y Tres y a Rocha, lejos de la costa del Río Uruguay. Un inopinado éxodo que ha provocado la división de decenas de matrimonios y el extravío de parientes y amigos.

A los pobladores que han resuelto permanecer junto a su casa y sus pertenencias, recelosos de saqueos y robos --porque los ha habido--, les cuesta trabajo comprender lo que les pasa. Todas sus costumbres han sido alteradas; imperan el malhumor y la irritación.

La rambla es la imagen más acabada de la desolación: los pilares del renovado muelle viejo han comenzado a hundirse en el suelo corrompido del río, de modo que ahora es una estructura agrietada, en declive, a poco de desmoronarse; los faroles, ¿recordás?, no son otra cosa que lámparas mortecinas. Ya nadie pasea por allí. El río continúa quieto y sin peces.
Al diablo, hace ya tiempo, se han ido todos. Vieja del agua, surubí, dorado y boga; mandubí, bagre, armado, sábalo, mochuelo y patí. Hasta las “porteñitas”, esos peces menudos y sabrosos en la fritanga, cuya procedencia lugareño alguno conocía, decidieron procurar mejor suerte en otra parte. También los pescadores.

El remanso de Punta Gorda es ahora una porción de yuyos mustios. Los efectos de la lluvia ácida pueden apreciarse en la fachada de las casas ribereñas: superficies negruzcas y descascaradas.

Dejar las prendas de vestir a la intemperie, oreándose, es un despropósito.
El previsible ocaso del turismo arrastró consigo hoteles, restoranes, tiendas y un par de empresas de transporte de pasajeros.

Las carreteras que conducen a todas las ciudades de la costa oeste, desde Nueva Palmira a Paysandú, están hechas añicos. Ya no resistían el paso de una mísera cachila, imagináte, entonces, cómo las ha dejado el tránsito incesante de camiones repletos de troncos.
No hay aves, tan sólo las carroñeras prosiguen con sus vuelos circulares, ávidas, al acecho, prontas a precipitarse sobre los restos putrefactos del ganado que no soporta la peste y sucumbe de la noche a la mañana. Resulta imposible sorprenderse con una nutria, con una garza mora.

No hay verdes: del bosque que solía recorrer cuando arribé a esta magnífica costa, restan pálidos mojones, residuos de madera ajada y grisácea que semejan un páramo que ya nunca más habrá de recibir los favores del sol y del agua. En otras zonas, a causa del monocultivo de eucaliptos, los chacareros han quedado sin pozos y aljibes, sin bañados, razón por la cual no tienen agua para beber ni alimentar al poco ganado que les queda en pie.

Las autoridades no dan abasto con el envío de camiones cisterna para suplir la ausencia de agua. El sábado último murió el doctor Silva. La sucesión de síntomas fue idéntica a la que padecieron Baigorria y el menor de los Ibáñez: cefaleas, dolores abdominales, conjuntivitis, faringitis; obstrucción bronquial, nauseas y vómitos, crisis de pánico, trastornos de sueño. Finalmente, el cáncer.

Los barbijos, de algodón, lana o plástico, no sirven de mucho; la lluvia ácida ignora y taladra todo revestimiento. Al menos mitigan un poco el hedor que continuamente nos acercan los vientos.

Como bien podrás figurarte, los reproches están a la orden del día. Algo, quizá, inconducente. Toda reconvención es tardía y perjudica sobremanera la tarea primordial: reunirse, solidarizarse, idear los modos más apropiados para terminar de cuajo con esta peste.
En la última reunión de la Comisión de Socorro, el viejo Benavídez cayó en otro ataque de ira: “¿Recuerdan cuando, diez años atrás, muchos de los que están aquí se reían de mis palabras? `No habrá la tal contaminación´, me decían, `las plantas de celulosa van a generar muchos empleos´; `además, Fray Bentos está lejos´. No quisieron escucharme cuando les dije que las dioxinas y furanos son muy tóxicos, muy activos aunque sea en dosis pequeñas; que no se degradan fácilmente; que pueden durar años en el ambiente; que se acumulan en los tejidos grasos de los organismos y aumenta su concentración a lo largo de las cadenas alimenticias; que pueden viajar grandes distancias arrastrados por los vientos o las corrientes del río, también por la migración a larga distancia de los organismos que los han acumulado, como peces y aves.

También les dije que la carne y los productos lácteos iban a contaminarse. ¿Por qué? Porque el ganado consume forraje vegetal contaminado con esos compuestos y los acumula en los tejidos grasos y la leche. Pero no quisieron escucharme.
Les pareció mejor darle atención al enviado del gobierno, a ese Danilo Antón...”Supongo que te acordarás de Antón, ese geógrafo uruguayo que, en el 2005, el gobierno envió a Fray Bentos con el propósito de aplacar los ánimos y persuadir a los pobladores de los formidables beneficios que originaría la instalación de las plantas productoras de pasta celulosa.
Todavía conservo un recorte periodístico de agosto de aquél año, diario La República. Decía Antón: “Siempre que hablamos de contaminación tenemos que tener en cuenta los volúmenes de los que se están hablando. No es lo mismo verter una cierta cantidad de contaminantes en un poquito de agua que en mucha. El río Uruguay es un cuerpo receptor enorme. Si tiran contaminantes sí, en ese lugar habrá contaminación, pero luego se diluyen muy rápidamente. Localmente tiene impacto, en el lugar que se tire tiene impacto, partiendo de la base que estemos hablando de algún contaminante”.

Bien, al hombre se lo ha tragado la tierra; me han dicho que buscó abrigo en Arabia Saudita, donde en épocas mejores supo enseñar Ecología Marina. Y lo bien que hizo, porque de lo contrario lo habrían colgado de la rama de un espinillo.

Anoche se ha cumplido un mes de la escandalosa partida de Botnia y Ence.
Aunque eso de “partir” no es más que un candoroso eufemismo.

Se han marchado los jerarcas y sus máquinas ponzoñosas, pero de obsequio nos han dejado
un río estéril, una costa baldía, miles de hectáreas desoladas y cientos de desocupados.

Y, claro, esa maldita lluvia, cáustica y persistente, que a veces da la impresión de haberse convertido en un castigo inexpugnable.

Te mando un gran abrazo.
Hernán

PD: por favor, no te olvides de aguardarme en la terminal del Chuy.

Por Hernán López Echagüe